jueves, 10 de noviembre de 2022

Anoche


Olvidamos
la promesa del olvido
para arder
sobre el fuego de nuestro fuego miamor

Dos pieles ardiendo en lágrimas y sexo
dos cuerpos hermosos aún
dos palabras eternas todavía
la desesperación el capricho y el orgullo
de rodillas
besándose las manos
y el sonido de una lágrima miamor
deslizándose pronta
para sonar triste en su goteo
sobre las sábanas
bordadas
toda de coposas rosas
y verdes hojas
miamor

Al alba
éramos cuatro
nuevamente
pero humillados así
como una bendición
nuestros carbones
seguían ardiendo
en bermellón
púrpura
y carmesí.













jueves, 3 de noviembre de 2022

Manantial

Para L.A.


Buscarán mis dedos

las palabras en tu nuca

como buscan mis labios

la luz en tus ojos.


Alados en jauría

flotaremos nocturnos

en alcohol hasta el sol

orgullosos de hermosura.


Ilusión pasajera

sincera

despiértame en tus brazos

para besarte todo.


Seguiré tus pasos

hallaré tus guaridas

beberé tu hiel

enredaré tu pelo

y en la madrugada sin dueño

correré a echarme a tus pies

sintiendo tu mirada

admirar mi lomo.

domingo, 23 de octubre de 2022

Ya vez

 Ya vez

que el infierno que dibujaste

reveló sus transparencias

para verte

lamiendo manos ensangrentadas

besando cuerpos destrozados

buscando en otros tantos

un rastro de esa piel caliente donde tus manos

una vez ardieron,

para verte

lavando con lágrimas

los cuerpos

que dejaron su vaho en tu cama

una vez

sagrada.


 

.



jueves, 8 de septiembre de 2022

Rezaré

 Entre parias y escorias

te pido perdón,

y te juro que te amo esta madrugada

y cuando despierte feliz

de haberte escuchado en mis sueños

miamor.

domingo, 14 de agosto de 2022

Rosada

 Reverdeces 

en la aridez,

una lágrima

riega tu flor.




miércoles, 3 de agosto de 2022

TEMBLARÉ

Llega la medianoche y tiemblo,

temblaré al despertar porque

mi corazón te presentirá

y temblaré...

sábado, 10 de abril de 2021

veintiocho

 Me contaste que revolcado en tu ensueño 

vagaste por el pasado buscando

en tus manos, el camino de tu gracia

en tu nuca, el camino germinado de mi amor.


Me contaste, que vagabas hace mucho

buscando un color un trazo una flor

pero desgarraste tu blanco pecho

para sembrarte a ti mismo

y acariciarte 

descubrir las lomas de tu cuerpo

y tocarte

para cantarte esas canciones

y amarte

y dulcemente verte

tan simple tan hermoso.

Veintiocho


Pero hay noches de mi que desconoces
aquellas silenciosas aun si callas
aquellas amarillas heladas
aquellas alcohol y humo
de nerviosos beodos a tres de la mañana
oscuros seductores callejones
madrugadas perfectas borracheras a medias
amaneceres crueles
olvidos sin triunfo
tacones sin sentido
cabellos sin rumbo
palabras sin pozo
belleza sin mozo




sábado, 12 de diciembre de 2015

Ya vez por puta

No hay pinga y estás ansiosa, deseas que te pisen, y te preguntas cómo es posible que en esa ciudad tan liberal a la que fuiste de paseo nadie te haya comido aún. Y te sientes lindo o linda porque te veo bien maricona, con el cabello largo, el pantalón rosa, la casaquita entallada; estás en tu etapa de maricón loco que no se decide si ser gay o traca pero dices que ya fuiste traca pero bueno se te ve bien, aunque la cara no te ayuda mucho a pesar de haberte pasado tres horas maquillándote y arreglándote el poco cabello que tienes. No se, tienes cara de loco, me asustas un poco, claro los ojos te ayudan un poco queda algo del rastro bonito de su juventud, pero maricón, ya estás en decadencia, anda a la disco, con tus amigas diviértete, Qué haces buscando hombre por estas calles vacías, en esta ciudad que ni conoces? No te da miedo?
Qué te va a dar miedo andariega foragida, te gusta caminar... pensar en la vida, escuchar tu música que nadie comprende y soñar que en la vuelta de la esquina te levantará un hombre, como anoche dices, pero anoche el hombre que te levantó solo se dejó mamársela, no quiso penetrarte. Seguro le diste miedo maricón, no te digo tu cara asusta un poco; ni con condón quiso metértela y vaya que tenía buena verga le rogabas que te la meta. No!, te dijo, Sólo chúpala.

Tanto caminar de noche por aquella vacía ciudad selvática te encuentras con dos viejos horribles que están ya regresando a su casa borrachos con su botella de aguardiente y chacchando hojas de coca, aj, están todos horribles y con la barba verde sucia de la coca, pero les saludas y te tratan de reina, bueno parecen dos perros sucios a tu lado, tanto que te bañaste, te hechaste crema, mascarilla para tu pelo y tanta huevada terminas diciéndole salud a esos dos viejos horribles y sucios. Ay mamita! qué pena tu autoestima.

Pero son caballeros te dices, educados, te conversan y te preguntan de dónde eres, qué haces por esos lugares oscuros y caminas con ellos como tres cuadras y uno se despide, el más joven, el más pasable entra a su casa, el otro es un anciano, no jodas, pero no puedes con tu arrechura le floreas y te dice el viejo "Vamos a mi casa", y tu lo piensas un segundo, y le preguntas haciéndote la fingida y asustada: Está lejos?. No, te dice el viejo, a dos cuadras, donde la luz verde, así que caminan y te consuela la idea que debe ser dotado el viejo, se lo ve recio y a través de su buzo se le nota un buen bulto y le haces la pregunta de rigor: Y eres soltero? y te contesta Mi vieja está enferma.

Perra, tú nunca te acuestas con hombres con mujer, así que en tu cabeza hay una lucha moral que la arrechura gana. Las calles están oscuras silenciosas frías y solas, sólo la luz verde al fondo...

El viejo te lleva abrazado pero al llegar a la luz verde te das cuenta que es un night club, en la puerta hay dos mototaxis llenas de chiquillos que cuidan y beben, todos saludan al abuelo y tú te palteas. Tan linda que te sientes, tu lugar debe estar allí en las mototaxis con los chiquillos que te miran con burla, pero el viejo te hace entrar por un callejón que está al lado del nightclub de la luz verde. El callejón es oscuro y profundo y al fondo hay una casa donde el viejo entra y te hace pasar, es una casa muy humilde, una cama de paja dos muebles vaciós, botellas vacías de aguardiente, coca masticada y escupida en el suelo, en fin el viejo comienza a acariciarte y tu mano defrente va a su entrepierna. Sí, tenías razón el abuelo es dotado, tiene una cosota enrollada y rodeada de vellos espesos que bajan por sus piernas y suben por su barriga, y al primer contacto con tus manos comienza a ponérsela dura y a crecer más, el viejo te quiere desvestir pero tú no quieres, le dices que no, que no y de pronto te dice "Shhh! no hagas bulla mi vieja está enferma arriba" y arriba en el segundo piso que es de madera... alguien, una anciana se queja adolorida. Te sientes mal, pero bueno, te dices, una alegría a un pobre anciano no es pecado, así que cuando la abuela del segundo piso se calla comienzas a chupársela al abuelo y es un pene enorme. Solo que afuera escuchas ruidos y risillas, te levantas asustada abres la puerta y sales afuera gritando Qué pasa! y salen corriendo por el callejón hacia afuera los chiquillos de las motos, riendo y corriendo.

Te sientes incómoda y el abuelo como si nada, abrio sigue con ese enorme pene afuera pidiéndote que la sigas chupando queriendo desabrocharte el pantalón y tú que no te dejas, ya no quieres, te sientes incómoda por la abuela que se revuelca arriba en el segundo piso quejándose y los mocosos afuera haciendo chacota, no quiero le dices, pero ese enorme pene apareciendo por la bragueta del abuelo es una tentación que no puedes desistir, y él te la sacude, Ven, te dice y otra vez te arrodillas y te pones a chupar, apagas el foco porsiacaso y él insiste en desvestirte y de tu saquito se caen tus polvos angelfeis y se hacen mierda en el piso, el viejo comienza a besarte y a desabrocharte... No, dices, tú buscas prender la luz porque escuchas afuera risitas de los mocosos que han venido otra vez y sales nuevamente queriendo irte ya y gritas molesto molesta fuerte ¡Qué pasa?!

¡Qué haces tú con mi abuelo conchatumadre! te grita alguien en la oscuridad del callejón y sientes en tu cara un fuerte golpe que te hace ver una luz enorme que nunca viste y del golpe caes al piso y salen de tu boca volando los tres dientes postizos que tienes, porque ya eres vieja te recuerdo, pero te levantas al toque y sales corriendo por el callejón y escuchas que gritan por tu tras ¡Agárrenlo al conchasumadre!! y corres con todas tus fuerzas pero por detrás sientes que te siguen y sientes que tu cara está sangrando pero corres como una bala, aún así alguien te pisa el talón y caes al suelo lastimándote las manos que se arrastran en el piso para amortiguar tu caida, en el suelo te agarran como tres patas a patadas, mientras dos están atrás azuzando. Cobardes! cobardes gritas. ¡Qué mierda hacías con mi abuelo! te grita un huevón que te golpea con un palo de esos de vigilante que duelen como mierda. Nada! logras gritar! Nada, no hacía nada!, ¡Y qué haces con el pantalón así! te grita sin dejar de golpearte y te das cuenta que tu pantalón está desabrochado y la correita plateada que compraste en la tarde para combinarla con tu pantalón rosa está suelta, No hice nada! gritas en el suelo cubriéndote la cara, y un pensamiento de muerte pasa por tu cabeza, un pensamiento de esos que así murieron muchos cabros, pisoteados en la oscuridad de una calle muy lejos de tu hogar y aferrándote a la vida gritas Iré a la policia! y alguien dice Ya déjenlo déjenlo y logras levantarte y huyes corriendo...

Y corres y corres sin mirar atrás, ya nadie te sigue y todo sigue siendo oscuridad en esa ciudad extraña, solo silba el viento y los árboles y el silencio y tu corazón que no deja de latir, tu boca que comienza a hincharse, tu pantalón rosa salpicado con sangre, tus palmas despellejadas, solo quieres irte a tu hotel tomas el camino más lejano deben ser las 3 de la mañana no hay nadie que te vea así. Tu habitación huele rico de las cremas, los perfumes y todas las cosas que te hechaste antes de salir, hay un montón de cosas bonitas amontonadas en la cama: pañuelos, gorritos, ropita que tiene brillos, piedritas, bordados, cintas, tanta huevada que te gusta coleccionar maricón y con la que te limpias la sangre de tu rostro. Y fría pero temblorosa evalúas los daños: para comenzar estas desmuelada sin los tres dientes postizos que volaron en el callejón, tu espalda te duele como mierda, tus manos, pero estás intacta, solo la boca hinchada que se comienza a hinchar más, en la cara no hay mayor daño... comienzas con mucho dolor a desvestirte todo, toda.

Piensas. Todo el cuerpo de duele de los golpes con palo que te dió el nieto del viejo ese. Estás desnuda frente al espejo tu cuerpo está morotoneado, la espalda, la cintura pero no te lamentas, tu celular suenta contestas, son tus amigas la Chabuca que te dice: Oye donde estás! Estamos en el karaoke de la plaza tomando con unos chicos divinos vente, dónde estás maricón loco, vente!, Ya voy, dices serena sereno. ¡Qué haces maricón! Vente! Con quién estás? Estás en tu hotel? Estás con alguien?, Vente!, Ya, ya voy, dices y cuelgas.

Desnuda frente al espejo quieres llorar pero no tienes ni pena, ni dolor ni lástima por ti misma. Te sientes resignada, en el suelo quedaron los chairis de esponja con la que te rellenas las caderas, tu jean rosa ensangrentado, qué bonito efecto el de la sangre roja roja sobre ese rosa tan bonito te dices. Y comienzas a vestirte, jean gris, y casaca negra más discretas ya no tan entallado, te lavas la cara, el pelo, te despintas los ojos que tanto de demoraron maquillarlos y silenciosa como una gata sales de tu hotel nuevamente y te encaminas hacia el callejón, donde la luz verde.

Caminas todas las calles vacías, presionando tu labio con piedritas frías para que no se te siga hinchando y llegas a un lugar oscuro desde donde divisas la casa de la luz verde, afuera están las mototaxis. Estudias el lugar y das vuelta, entras al río, caminas por ahí hasta llegar frente a al casa de la luz verde, detrás de unos matorrales, dentro del río, donde ladran los perros y observas: hay dos mototaxis desde tu distancia puedes observar a los chicos que te golpearon están que rien y comentan cosas que no puedes entender, seguro hablan de ti, o quizá no, pero están en plena chacota, tienes que esperar, y te ocultas tras lo matorrales, pero los chicos no se van siguen ahí luego de media hora, te ubicas en otra posición estratégica: das la vuelta a la casa verde y te metes por atrás y sales por una casa donde puedes observar que los patas siguen ahí, están tomando aguardiente resguardando el nightclub, pero tienes que hacer hora... das una vuelta por la vacía ciudad y regresas al mismo lugar, solo hay una moto esta vez y te metes por unos matorrales, pero el pata, el nieto sigue en la puerta del nichtclub cuidando. ¿A qué hora se irá? Son las cuatro de la mañana, regresas a la ciudad porque está cerca y caminas y caminas pensando hay una tienda abierta que está cargando cosas en una camioneta, compras una vela y una caja de fóforos.

Regresas donde la luz verde, te escondes en los matorrales, ves que el nieto ahora está solo con otro pata conversando en la puerta de night club, adentro deben estar pasándola de lo lindo, qué rico ser puta piensas. De rato en rato salen putas del nighclub borrachas a tomar el aire y bromear con el vigilante que las trata como su padre y en una de esas el vigilante, nieto del viejo, entra al nightclub y tú sales de tu matorral y entras corriendo al callejón, te escondes en ese callejón vació, avanzas hasta la casa del abuelo, todo está silencioso y te mueres de miedo, escuchas afuera que el nieto sale del nightclub conversando con alguien y te da miedo, tu corazón palpita pero el callejón está despejado no hay nadie ni en la entrada ni al fondo, enciendes el fósforo y la vela comienzas a buscar tus perlas, pero la vela es escandalosa alumbra todo proyectando inmensas sombras en ese callejón así que la apagas y más o menos calculando dónde te golpearon comienzas arrodillada a buscar tus dientes en el piso de tierra, te la pasas como una hora buscando, no es posible que se desaparezcan así de la nada, pero no están! enciendes los fosforos uno a uno, prendes la vela y nada, no hay rastro de dientes, pero sí de gotas de tu sangre. Igual barres el lugar con tus manos y no hay nada, afuera el nieto se mata de risa con alguien pero tus dientes no están hasta que por fin, hallas uno y al lado el otro y al lado el otro, emocionada coges tus tres perlas, las limpias de la tierra y te los pones y zas! encajan a la perfección en tu boca, qué buen dentista el que te hizo ese trabajo, carajo! y ya no te importa el nieto, sales caminando hacia afuera, el nieto rie con alguien pero acaba de llegar una moto y aprovechando sales del callejón como si nada, caminando como caminan los hombres machos y dispuesto a correr si es necesario, habían unas risas que se callan cuando sales, pero caminas tan hombre y de espaldas que creo nadie sospecha y sigues...

Al día siguiente antes de partir dejas una rosa a la Virgen y subes a tu carro, la fiesta patronal recién comienza pero tú solo quieres irte, has evitado a tu hotelero quien estaba cautivado contigo, pero prefieres que nadie te vea, tu boca está hinchada, y te da un aspecto raro, en fin, llegado a tu ciudad te encierras en tu habitación una semana y no quieres ver a nadie, pero el fin de semana la arrechura te gana y sales en la madrugada como gataparda, no tan producida porque no quieres que tus amigos te vean y divagas por las calles de tu ciudad que tan bien conoces, pasa un grupo y alguien te llama y se acerca corriendo  hacia tí, Hola Ciro! a donde vas te dice un chico lindo, no tan alto con rulos y linda sonrisa, le ves extrañado y te dice no Te Acuerdas de Mi? te da sus señas de identidad y ni te acuerdas, te dice soy Will! pero le dices Hola Will, como has estado y te pregunta a Dónde vas? inventas cualquier cosa y se ofrece acompañarte pero le dices que ya regresabas a tu casa, se acercan sus amigos a saludarte y te conocen, Ciro cómo estás te saludan encantados, ni te acuerdas quiénes serán, con tantos hombres que tomas que ni te acuerdas, pero qué bien se conocen tu nombre, pero Will los chotea a todos y se ofrece llevarte a tu casa con mucha caballerosidad.

Y caminan juntos camino a tu casa hablando de cualquier huevada, le ofreces un café y le haces pasar a tu habitación, él es un caballero, definitivamente su trato es delicado, generoso y atento, tu cuarto te paltea todo es un desorden de revistas, libros, ropa, normal te dice, te pide música y tú pones un disco estridente, lleno de furia, nada de canciones de maricones, es una banda contemporánea, un disco de rock recién salido de Londres, pero a él no le gusta, te pone un disco de bachata, odias la bachata pero ese disco suena hermoso, y se te clava en el corazón, él es lindo, tiene el cabello ensortijado y es educadísimo y cuando te pide que le cuentes de tí tu le cuentas de tu último amor y tu último amante y él te calla, lo notas celoso y te dice Sabes te voy a ser claro Quiero algo contigo...y así comienza una noche romántica donde vuelcas la pena contenida en su pecho y luego de que te hace el amor se queda dormido le das la espalda pero entre sueños él te dice "Ciro, abrázame por favor" y te duermes en su hermoso pecho, a la mañana siguiente nuevamente te hace el amor y después te pregunta qué te pasó en la espalda que la vió llena de moretones, y a tí, maricona loca, que te gusta inventar historias le inventas una historia, una historia maravillosa de una hacienda, y un caballo loco que enloqueció y te arrojó al piso dejándote toda golpeada, lo cuentas con tanta vividez y emoción que él te abraza y dice Caballo de mierda.











martes, 2 de abril de 2013

MADRUGADA

Para A.G.

Amanece. Casi.
Pero aún no.

Tu recuerdo no ha dormido esta noche,
tu sonrisa secreta, tu mirada ágil y tu piel serena
ahuyentaron mi pena
imaginando un momento:
cielo azul,
pasto verde,
piel trémula,
voz sincera...

Porque alguna noche disuelta y olvidada,
desterrado he de soltar mis cadenas
para huir hasta ti sin pensamientos
ante el latido de este corazón sin nada.

Amarte en silencio e intentar
sanar mi espíritu con tu voz,
enlazarme a ti ardiendo y soñar
bajo la estela de un lecho tú y yo...

Seré de ti?
porque no soy de esta madrugada
tampoco de la mañana.
Le pertenece a la noche
mi corazón,
al tibio fogón,
al bello lucero
y también quizá
al trino que anuncia el alba...

Porque cautivo siempre fui
de tus labios y al temblar
evoqué pasiones sepultadas
por culpa del hechizo de palabras
que dijiste y las dejé ahí guardadas,
para azotarlas hoy ante el temor
de empañarlas en pecado
creyéndolas sagradas,
por culpa de una farsa,
un pensamiento,
un deseo
y una madrugada...

© 2013 Yimi Cruz

sábado, 16 de octubre de 2010

CAPERUCITO ROSA - Parte I



Para los amigos, verdaderos maravillosos.



EL HOGAR


Había una vez,
allá en los lejanos y húmedos arenales de Villa Salvaje,
un coqueto jovenzuelo que vivía con su mamita en una humilde pero bien cuidada casita de esteras.

Su abuelita le había tejido una linda chaqueta con capucha en punto arroz de color rosa
que se había convertido en su prenda favorita y casi nunca se lo sacaba
por lo que todos en el sector le llamaban desde entonces:

¡Caperucito!
¡Caperucito!
¡Caperucito Rosa!

Nuestro joven estaba entusiasmado esos días
porque dentro de pocos días iba a cumplir catorce años
y su mamita le iba a hacer una fiestita a donde irían sus compañeros del cole y
sus dos patazas gays del barrio: Nico y Tomy.

Aquella calurosa mañana de febrero, su mamita regresaba de la calle llamándole:

- ¡Caperucito, Caperucito! dónde estás cariño?
- Por aquí mamita! contestó Caperucito, quien bailaba
"La Rechazada" de Suzy Díaz frente al espejo a todo volumen.

Su mamita al verle gritó:

- ¡No!, ¡No, Caperucito!
¡Así no!
¡Así, no se baila!
y parándose al lado de Caperucito se puso a contonear sus caderas.
- Es así mi amor!, le dijo su mamita bailando con gracia esmerada…

Porque la bailarina mamita de Caperucito sabía que Caperucito era gay y no le importaba!
Ella amaba muchísimo a su talentoso hijito quien se aprendió al toque el pasito de vedete!
- ¡Así, Caperucito, así! Le aplaudió su mamita contenta.

Luego del baile, su mamita le pidió a Caperucito:
- Hijito, necesito que vayas donde la abuelita para llevarle un paquetito con quesito,
rosquitas y manjarblanco que tu tía Luchita envió de Cajamarca,
ya sabes cómo le encanta a tu abuelita acompañar su tecito con estas cositas.

- ¡Sí mami!, ¡Sí! Contestó Caperucito, a quien le enternecía la idea de visitar a su amada abuelita;
además que le emocionaba ir desde Villa Salvaje hasta el lejano distrito de La Magdalena.

La Magdalena quedaba lejos; tenía que cruzar cinco distritos y tomar dos combis,
por lo que su mamita le advirtió con dulzura:

- Caperucito, ¡ten mucho cuidado con los choros! Cuidado con tu mochila y tu celular!,
Ya sabes, no hables con extraños y no regreses muy tarde.

- No te preocupes mamita, yo se ir solo; me cuidaré.
Dijo Caperucito con su delicada voz mientras guardaba los paquetitos
del encargo en su mochila de lona.

- Bueno, ve entonces Caperucito; con cuidado,
muchos besos míos para la abuelita. No demores en regresar, le dijo,
mientras llenaba su frente con besos y le daba cinco soles para su pasaje.

Fue entonces cuando Caperucito
salió de su hogar ubicado en la ladera de un cerro
lleno de humildes casitas de esteras y triplay pintado.

- Chau mamiii! Gritó Caperucito volteando para enviar un cariñoso beso volado.

Y con su coqueto andar fue cargando su mochila aquella linda mañana de verano
hundiendo sus zapatitos negros de gamuza en la arena del camino que le conducía al paradero.

No tardó en llegar pasar la combi, hacia donde fue corriendo levantando la mano
y subió mientras el cobrador gritaba con su achorada voz:

Súe´, Chi’olo… súe´,!!!
Surquío´, Surco, MirafloooOres…!!!
Arranca ‘rrancaaaaA!!!



EL VIAJE


En la combi, nuestro joven amigo pegó su naricilla a ventana
y se hundió en pensamientos recordando a sus dos grandes amigos: Nico y Tomi

Para Caperucito, hijo único, no fué complicado contarle a su mami acerca de su homosexualidad.
Para Nico tampoco fue complicado decírselo a su madre;
pero con su padre el asunto fue doloroso:
el papá de Nico le pegó con el fuste grueso de cuero trenzado
mientras Nico le gritaba en llanto:
“¡Yo no decidí ser así!”, “¡Yo he nacido así¡” ¡Diosito me hizo así!
mientras su madre y sus hermanitos gritaban y lloraban a que no le sigan pegando.

Un chongazo.

"Pero, después ya no me dijo nada".
Contó el gordito de Nico a Caperucito y a Tomy
enseñándole sus piernas moradas por el fuste.

Tomy, la más loca de los tres, no tuvo ningún problema y sin muchas paltas,
anunció una mañana a su madre y a su padre:

- ¡Mamá¡, ¡papá! cuando termine el colegio quiero ser travesti y peluquera!

Ya que, el moreno buenmozo de Tomy había quedado fascinado con el “raz, raz,”
de las tijeras, siendo aprendiz en la peluquería de Cuca.

Cuca era la travesti peluquera vieja del barrio:
gorda y descuidada se la pasaba todo el día tirada en su viejo sofá
mirando las novelas de América en su televisión blanco y negro,
esperando el finde para ir a tomar con los faites del sector.

A Caperucito le gustaba vivir por los arenales de Villa Salvaje!

En la semana Nico, Tomy y Caperucito se la pasaban en el cole,
los sábados jugaban vóley y los domingos se iban a la disco del sector
donde por cincuenta céntimos entraban a bailar toda la tarde
y en verano bajaban todo el cerro hasta el mar a darse un chapuzón.

A Caperucito Rosa le gustaban los chicos pero nunca se había enamorado
y era virgen como Nico.

Tomy no era virgen.
Tomy de catorce, le había entregado su virginidad a su héroe:
el choro del barrio quien le ayudó a recuperar el celular que “el gato”,
un fumón de otro sector le había robado asaltándole.

Cesaron sus pensamientos cuando en la radio
sonaba el delicioso riff de la primera guitarra en "Mujer Hilandera" de Bareto.
El cual acompasaba con su pequeño piececito.


LA MOTO

El paisaje había cambiado.
Ya no habían cerros, ni arenas, ni esteras.
La Combi había entrado por Surco con sus casa regias,
sus jardines cuidados, y sus calles impecables.

Caperucito bajó en el próximo paradero
a esperar la siguiente combi que le llevaría a su destino final.

Hacía muchísimo calor.
Caperucito se paró todo lindo a esperar la siguente combi.

Porque de verdad,¡Era precioso nuestro Caperucito!

Tenía una ondulada, fina y abundante cabellera castaña clara
que peinaba como rizos,
una piel blanquísima como la de su abuelita cajamarquina,
mejillas sonrosadas, unos grandes y negros ojitos coquetos,
una naricilla llena pequitas y unos labios de frambuesa.

Vestía con su infaltable chaqueta color rosa,
shorts celestes cortísimos de jean,
correa beige, zapatitos negros de gamuza
y un pañuelito de seda (regalo de su abuelita)
amarrado a su fino cuello el cual completaba el delicado
atuendo veraniego de nuestro tierno mariconcito limeño.

Porque si no fuese tan bello,
hubiese pasado desapercibido ante los ojos de un motociclista elegantemente vestido
que se había detenido cerca suyo para admirarle.

Caperucito,
al sentirse observado volteó su cara
y el joven se sacó el casco para saludarle.

El motociclista, era un agradable joven de unos veintiún años,
vestía camisita a a cuadritos manga larga,
jeans negros y botines de cuero negro.

Tenía unos hermosos ojos azules y una sonrisa maravillosamente juvenil!

- Hola pibe!, le dijo el joven, con un encantador acento argentino.

- Hola, contesto alegre Caperucito.

- Cómo te shamás preciosura?

- Me dicen Caperucito Rosa.

- Jajajajaja, pero qué nombre más copado!
Sos una monada! y decime pibe,
¿qué hacés por aquí, Caperucito?

- Espero la combi para ir hasta La Magdalena a visitar a mi abuelita.
Contestó Caperucito con una coqueta naturalidad feliz de charlar
con aquel elegante joven de ojos azules.

- Faltaba más pibe,
si vos querés,
sho te puedo shevar en la moto, viste?

- ¿De verdad? - se emocionó caperucito haciendo palmitas!

- Sí nene! subí, subí detrás mío.

Caperucito cautivado subió torpemente a la cómoda moto de aquel joven preguntándole.

- ¿Y ud, cómo se llama?

- Sho creo que vos vas a reir al oirlo, nene.

- ¡Dígamelo! ¡Dígamelo!

- Te lo voy a decir en el oido, preciosura.
A mi me dicen el Lobo Feroz. - le dijo el argentino
que había volteado para sussurrárselo al oido, mientras le daba un tierno mordisco.

Nuestro virginal Caperucito,
lanzó un pequeño gritito al sentir ese mordisco.
Era una sensación embriagadoramente nueva que nunca había sentido.

Consciente de la reacción de Caperucito,
el argentino sonrió complacido haciendo arrancar su moto,
mientras Caperucito extasiado se sujetaba a la cintura del argentino,
qué rico olía aquel hombre, qué encantador y qué caballero al ofrecerse llevarle
hasta su abuelita pensaba Caperucito mientras el viento hacía volar su
pañuelito y sus rizos.

- Y usted. ¿Hacia dónde va?, preguntó nuestro jovenzuelo.
- A una fiesta nene...
- ¿Una fiesta? - preguntó Caperucito - Tan temprano?
- Sí nene, una fiesta de piscina. ¿Querés ir?
- ¿De verdad? gritó Caperucito mientras su corazón saltaba de emoción.
- Sí, le dijo el argentino, ¡Una súper fiesta! Andá vamo, ¿Qué decís?


CONTINUARÁ

viernes, 18 de diciembre de 2009

Cabro Salado

A la edad de 5 años, Franz se dio cuenta que él no era como los demás chicos:
no le gustaba el fútbol, ni las canicas, ni los trompos.

Él prefería jugar a la casita, con muñequitas, armar con las mantas su toldito,
y jugar feliz en su mundito de fantasía;
aunque en casa todos le apanaban mientras le gritaban que deje de ser tan mujercita,
pero aprendió a huir de esa adversidad refugiándose en su mundillo donde todo era lindo.

Cuando tuvo 8 años huyó literalmente de la escuela de varones donde estudiaba,
pues en el baño le encontraron haciendo mariconadas con su compañerito,
es decir, el auxiliar lo encontró tocándole el pene a su otro compañerito.

Le llevaron a la dirección y no pudo explicarse.
Llamaron a su madre y él lo negó todo frente al director de la escuela.

Por suerte, su padre policía, ausente casi siempre por su trabajo, nunca se enteró,
pero jamás olvidará que su madre le dio una cachetada llegando a casa y sus compañeros al
enterarse del chisme, comenzaron a decirle "maricón, maricón"

Franz ya no quiso volver al colegio de pura vergüenza,
vagó por las calles de Lima lo que quedaba del año vestido de colegial;
en la plaza San Martín hizo amistad con muchas pirañas, lustrabotas y vagos
con quienes compartía juegos inocentes los que siempre acababan en morbosas sobadas sexuales.

Conoció a Súper Mario Bros y se la pasaba días y días en el video juego, a veces jugando
y la mayor parte del tiempo mirando jugar a los demás,
fue en ese pimball donde conoció un hombre quien lo llevó a su cuarto,
hizo que Franz se pararse sobre un banco y le penetró por primera vez haciéndole llorar.

Franz sólo se quiso ir a casa, le dolió el culo una semana mientras cagaba
y espantado miraba los hilos de sangre que le salían...

Su padre policía le sacó la mierda cuando se enteró que no se fue al colegio durante todo el año,
se lo llevó con él al pueblo de la sierra donde prestaba servicio y de castigo lo matriculó en la escuela local donde por cierto sobresalió.

A sus 11 años su madre murió y a sus 12 años su padre ya había rehecho su vida con una mujer del pueblo quien tenía un hijo mayor de su anterior compromiso.

Su madrastra fue amable con él. Sus hermanastro también lo fue y radicó en el pueblo.

Cuando cumplió 13 años, Carlos, su hermanastro de 16 años, llegó borracho y se quedó dormido en calzoncillos sobre la cama.

Franz, tentado ante semejante belleza le acarició los genitales muriéndose de miedo hasta que el pene de Carlos tuvo una violenta erección, Franz se atrevió a meter su mano dentro de los blancos calzoncillos y sentir extasiado la verga gruesa, suave y caliente de su joven hermanastro...

La próxima vez que Carlos llegó mareado le dijo: Te gusta ¿no?. A lo que Franz afirmó con un suave movimiento de cabeza.

Fué en en esa ocasión que tuvo su primera relación sexual y sintió placer al mismo tiempo que su hermanastro eyaculaba dentro de él.

Sus encuentros sexuales se hicieron costumbre y clandestinos en aquel pueblo,
él era feo, pero aprendió pronto a levantarse a los borrachos del pueblo que caían fácil para un polvo fugaz.

Aprendió a disfrutar el excitante placer del sexo escondido.

Cuando cumplió catorce años se enamoró por primera vez del colega de su padre, un policía guapísimo, llamado Leo, joven, risueño y alto.

Franz le miraba de reojo y esperaba ansioso verle borracho para entablarle su estúpido pero eficaz floro.

Y así fue que llegó un domingo y Leo, el tombo en cuestión, se agarró a beber en una cantina del pueblo con algunas autoridades.

Franz, cual zorro tras su presa, entró a la cantina, donde la dueña era su amiga, se puso a charlar con ella, sin que nadie sospechara que estaba al acecho del policía.

Calculando lo esperó en el baño.

Leo entró al baño y Franz se deslizó trás él,

“Hola, disculpa no sabía que estaba ocupado, quiero tomar aguita”, le dijo Franz mientras clavaba su infalible mirada de “Niño-arrecho-sin mundo” en la rica pinga negra de Leo...

“Hoola, Francito cómo estás”, preguntó Leo mientras seguía chicando...

“Pues aquí mirándote”


Leo captó al toque, le correspondió con una sonrisa y le dijo "Qué!, no me digas que te gusta”

“Pues no se…”, dijo Franz con una provocativa voz infantil.

Leo le cogió de la barbilla sin dejar de orinar “Tan chibolo y cabro?”

“No digas eso”, susurró Franz.

“Quieres chupar esta rica pieza” preguntó Leo sacudiéndose el pene y acercándose a Franz.

“No se…”, dijo Franz excitadísimo al ver y oler el aroma que leo desprendía: cerveza, tabaco y sándalo.

“Espérame un toque en la esquina de mi cuarto”, susurró Leo.


Y fue así que terminó bajo el cuerpo de aquel único hombre de quien se enamoró por primera y única vez en su vida, se sintió amado y vivió pocas pero inolvidables noches con Leo.

Cabro salado!, la dicha no le duró mucho, su padre, salvaje nada estúpido, se ganó de todito, interrogó a Franz llegando un día borracho, le sacó la mierda, le aplastó y le rompió la cara con su bolceguís...

Espantado y con la mejilla partida Franz logró zafarse de los golpes de su padre y huyó hasta el río, donde llorando desconsoladamente, pudo lavar su rostro empapado en la sangre que imparable teñía macabra, las cristalinas aguas de aquel río.

Su cabeza zumbaba mientras recordaba el atronador juramento de su padre amenazándole:

“Yo me entero que eres cabro y te mato” le había dicho el desgraciado de su viejo,

“Te juro que te mato conchadetumadre!”, le había vuelto a adecir señalándole con el dedo…

Franz temblaba y desde ese día nunca más volvió a sentirse ni niño ni interesante.

Era feo, pero había aprendido a iluminar su mirada, pero ahora, con la cara partida y esa espantosa cicatriz que le quedó luego, quedó marcado de por vida por no sólo por fuera sino también por dentro.

Su homosexualidad recientemente aflorada la reprimió para siempre.

Nunca más volvió a abordar a nadie, y el joven feo pero extrovertido, se convirtió de la noche a la mañana en un ser sumiso, lleno de resentimiento y miedo.

De vuelta a Lima, cuando cumplió los diescisiete años estudió derecho en la universidad, carrera que no culminó y se puso a trabajar como empaquetador en una fábrica.

Temía a su padre y nunca pudo olvidar el traumático episodio de su padre golpeando su cuerpo como cuando se pisa algún algún insecto asqueroso.

Se miraba lloroso en el espejo esa cicatriz que comenzaba bajo su ojo y terminaba muy abajo de su pómulo.

Se hundió en la soledad de su mundo: vacío, lleno de pensamientos y escaso de esperanza...

No, nadie en este mundo podía saber que Franz era homosexual.

No quizo que nadie se dese cuenta un milímetro de su homosexualidad. No, claro que no.

El miedo le hizo llenarse de amargura hacia otros homosexuales.

Odiaba a los afeminados por la alegría con la que paseaban su homosexualidad, la adornaban y la echaban en cara de la gente.

Odiaba porque nunca más se volvió a llenar su corazón con el calor de otro hombre y nunca más nadie se le acercó por ese aspecto hosco que ofrecía su faz.

Cortó la relación con su padre.

Era responsable en su aburrida y estúpida chamba.


Pagaba sus cuentas puntualmente, cumplió veinte años, veinticinco años y dejó su juventud en el trabajo, su único refugio.

Cuando cumplió veintisiete descubrió el internet.

Descubrió el Messenger, descubrió el patético mundo virtual refugio de muchos homosexuales
con vidas tan trágicas o vacías como la de él, y como muchos, se entregó a una búsqueda de sexo fácil y sin sentido.

Se describió como pasivo de veintitantos años, varonil, con estudios universitarios y actualmente trabajando.

Forma de ser: inteligente, leido, tímido.

Le llovieron las propuestas.

Y llegaron las citas a ciegas, con las que después de casi veinte años su homosexualidad pudo salir de su letargo.

Cada semana conocía un hombre diferente a quien citaba en su cuarto, algunos se sentían asustados por su cicatriz que le daba un aspecto delincuencial, pero otros solo buscaban a alguien quien les saque la leche sin que les importe el físico.

Pescó sífilis, y el culo se le llenó de ampollas con agudos dolores que le hacían morder la frazada,
cagar era un suplicio, y caminar un tormento.

No quizo ir de miedo a la posta, ni al hospital, esperó que su cuerpo se curara solo, aguantó el horrible dolor y se automedicó con penicilina.

Cuando cumplió 30 años su padre murió, no tuvo ningún sentimiento hacia él.

Sus fronteras sexuales se ampliaron.

Descubrió que no sólo era pasivo sino que podía hacer el papel de activo y se entregó a una vida de vicio sexual… a su edad comenzó a disfrutar el alcohol, las borracheras y le gustaba levantarse locas, las cachaba sin condón de borracho, andaba con una capucha para ocultar su cicatriz, aunque siempre le robaban las cosas de su cuarto: su minicomponente, su ropa, relojes, celulares, zapatillas....

Hasta que una vez despertó de frío en el suelo y se dio cuenta que le habían robado su mismo colchón.

Perdió el trabajo. Comenzó fumando marihuana para llenar la soledad y disipar su tristeza.

Se metió cocaína por primera vez en los alrededores de las discos de ambiente del centro de Lima, y la pasta básica de cocaína le invitaron al salir de La Jarrita unos soldaditos borrachos, pero más, mucho más le gustó el cloro...

Se pegó con las drogas, le gustaron muchísimo, por primera vez en su vida pudo sentir paz en su corazón, era, como si el humo de los tronchos entrara a su corazón y a su pensamiento y lo barriera todo: al pasado, a la soledad, al abandono....

Y su corazón cayó pronto presa ante esa maravillosa felicidad que ofrecen las drogas.

Maravillosa, pero falsa. Y ya no quiso nada más.

Huyó del cuarto donde estaba porque ya no pudo pagar los cuatro meses de renta,
vendió sus cosas y se alquiló un cuartucho en el Agustino.

Una noche, sin comer y angustiado por la falta de drogas salió paranóico y asustado,
corriendo por el centro de Lima gritando, espantando a los transeúntes
y arrancó inconscientemente, por primera vez en su vida, la cartera de una dama asustada.

En la cartera pudo hallar treinta soles con los que se fue á la callecita de los dealers,
una que está al costado de la plaza San Martín donde pudo comprar cuatro ketes de pasta básica de cocaína, a cinco lucas cada uno y un paquetito de diez soles de marihuana, a uno de los tantísimos dealers que amables venden drogas como si fuese pan nocturno para los noctámbulos.

Fue desesperado su cuarto, mezcló la pasta con la marihuana, las enroló en un pedazo de papel,
metió los palitos de fósforo, para que no se consuma tan rápido, prendió el fuego con el que recorrió el troncho, de izquierda a derecha, de izquierda a derecha, en un ceremonioso acto de fumón.

Finalmente prendió el clásico mixto que se había armado y comenzó a fumarlo en la soledad de su cuartucho, jalaba profundas bocanas, las retenia inmóvil un buen rato, expulsaba el humo y nuevamente jalaba...

Uuufff, qué riicooo....

La paz volvió, el relax, la confianza, la esperanza y el olvido.

Pero la falsa dicha que las drogas le brindaban se acababa pronto, y al desaparecer sus efectos, sus fantasmas regresaban, y era necesario abastecerse de más... fumar todo el día, toda la noche, adormecer los sentidos...

Al no tener dinero, se convirtió en delicuente. Un mediocre delincuente en soledad. Pasar la noche en las calles de Lima no era realmente un problema. Siempre hay un hermoso portón, unas bellas columnas romanas o un riquísimo banco de mármol que le servían de lecho temporal...

Pasaba que a veces se iba a alguna cantina donde por un sol le daban un poco de aguardiente y no sabía cómo terminaba durmiendo en alguna esquina, sobre algún carton o mamandole la pinga sucia a algún compañero alcohólico...

La incurable sífilis le volvía a atacar por temporadas, con sus oleadas de dolor, las ampollas le quemaban, le hacían gritar, y sólo la pasta y el cloro mitigaban su dolor.

Ni fuerzas tenía siquiera para robar, ni siquiera para levantarse, y allí sobre un cartón, en una esquina, con los ojos perdidos, algún joven pasó y le dio una bolsa con cachitos con manjar, y fué así que Franz aprendió a extender la mano.

Nuestro Franz cumplió treinta y cinco años, era andrajoso, en buena hora la barba le cubrió el rostro, se llenó de piojos y apestaba.

A veces nadie le daba limosna y los dealers se compadecían de él y le regalaban un poco de pasta o cloro.

En el mercado central era fácil abastecece de alguna fruta que le ofrecían las caseritas piadosas,
pero a veces no podía comer nada, su estómago lo rechazaba todo.

Y fué que en el mercado central comiendo un pedazo de pescado frito que le habían regalado, que conoció a un perro tan flaco y sucio como él con quien compartió los huesos de su almuerzo de ese día.

Le nombró Jack.

Y fué así que Jack se convirtió en el primer y único amigo de Franz, animalito que le brindó compañía en las frías noches, buen camarada en la búsqueda de comida, y entusiasta movecola que le arrancaba sonrisas a Franz.

Esas olvidadas sonrisas por las cosas sencillas que ofrece vida y que iluminaba el corazón de nuestro paria, con la honestidad que una droga jamás ofrecerá.

Jack no se despegaba de su Franz.

Hasta que un día a mediados de agosto a sus treinta y seis años, en una fría y lluviosa tarde de agosto, Franz, quien no había probado alimento durante más de una semana, estaba buscando cartones servibles en un basural, para renovar su lecho,
y en eso,
sintió una oleada de debilidad en su cuerpo y se desplomo semi-inconciente sobre el basural.


Jack le lloraba moviendo la cola, desesperado le lamia el rostro, le jalaba el raído pantalón,
ladraba como pidiendo ayuda, pero Franz no podía moverse,
aún con los ojos abiertos y secos miraba el feísimo cielo gris de Lima.

Más basura le cubrió el cuerpo los cuatro días que estuvo desplomado,
y por fin cuando pasó el camión recolector de basura se lo llevó en una inevitable y espantosa confusión,
mientras Jack, angustiado, perseguía incansable ladrando al carro recolector,
que se llevaba a su amito Franz, aún con vida.

viernes, 20 de noviembre de 2009

CONFESIONES

para v


Sí,

fuí una perra a los doce años,

de tí y para tí,

cuando nítidamente conciente

me deje arrebatar,

al encanto de ese amor.


Y hoy al despedirte de esta vida,

recuerdo

que fué dulce entregarme

verme feliz homosexual tal cual,

bajo el terrible amor que me dió tu mirada,

tu voz,

tu olor,

tu cabello ensortijado,

tu pendejada,

y la embriaguez violenta de un placer

que nuestro suave lecho acogió

rendido y fascinado

ante el atroz roce de aquella tu barba.


Olvidando la verguenza del peso de esa irónica infamia

que mi amor por tí no pudo resistir.


Pero oh!

semejante belleza

de tanto pecado,

tanto estremecimiento,

tanta noche,

tanta dulzura,

prometo cada detalle,

por siempre

guardar.


Mi querido amigo,

compañero, amante, hijo,

hermano,

padre, esposo...

que hoy partiste

dejándonos la añoranza de compartir quizá ya no el amor,

pero sí la sonrisa, los lazos

y la vejez tal vez,

como si apurada la vida tan pronto,

todo se lo quisiera llevar.


Porque con el derecho que me concedió

el haberte amado alguna vez hace ya tantos años atrás...

inevitable me he quebrado para despedirte.


Recordándome en estás lágrimas:

dónde quedaron las líneas y la ilusión de ese amor

que en tí conocí y me moldeó?


Porque violento,

cada luna llena

me he visto

partido y ensangrentado,

pagado facturas

por todos los pecados aquellos

que orgulloso

mi corazón te confiesa,

justificar

no podrá

jamás.

jueves, 28 de mayo de 2009

Travesti

I

Llega la linda navidad en el pueblo y en el jardín de la casa de nuestro pequeño, todo es alegría.

Enmarcado en rosales amarillos, inmenso pino y oloroso cedrón, un grupo de pastorcillas ensayan en el patio de piedra los bellos villancicos y el baile para la nochebuena como lo habían estado haciendo desde hace varias semanas atrás.

La hermana mayor, toca el bombo,
la otra hermana toca el acordeón,
el otro hermano corrige los versos,
y las bailarinas zapatean dando una vuelta al son de la fuga que dice:
"¡Qué viva, que viva mi niño Dios!, ¡Qué viva, que viva que ya nació!"
acompasando el movimiento de sus gruesas polleras con esos villancicos a ritmo de huaynos serranos.

Para construir el nacimiento de la casa los peones habían traído bloques de pasto verde,
las campesinas habían traido exóticas pencas, chullpas y achupallas que crecen en los altísimos montes jalqueños con los que su mamá y su papá construyen en la gran sala de la casa un inmenso nacimiento que roza los altos techos llenando la sala de un intenso olor a pasto verde y plantas andinas.

Del guardapolvo se han bajado muchas cajas llenas de juguetes para adornar el nacimiento: pastorcitos de cerámica, casitas de madera, ovejitas de lana, muñequitos tejidos, animalitos y un sinfin de adornos navideños que su mamá ha coleccionado durante muchos años: desde los más finos hasta los sencillos
y que se colocan con mucho aprecio en el nacimiento.

En el centro de nacimiento se ha construído un bonito pesebre, donde se colocan unas delicadas imagenes de María, de San José, del burro y el buey.
La delicada imagen del niñito Jesús vestido en celeste pastel y oro se coloca todavía a media noche .

Por la noche la casa es un alboroto.
Las pastorcillas se preparan para salir impecables esa noche a bailar, danzar y cantar en la misa de la iglesia del pueblo. Las hermanas de nuestro pequeño dan órdenes, las ayudan a cambiarse, afinan los bombos, ajustan las trenzas de las bailarinas, cosen algunos botones de las blusas, en fin, todos los detalles de último momento. Los hermanos mayores se encargan de las luces, la música y la bebida...

En esa colorida mezcla de cintas de colores, de blusas blancas bordadas,
de gruesas polleras carmesí (se había discutido con anterioridad el color de la pollera que todas usarían)
de anacos, de llanques con florecillas, nuestro niño de cuatro años disfrutaba feliz de ese mundo
mirando y ayudando a las pastorcillas a trenzar sus negros cabellos y a sujetarlos con cintas,
y con ganchitos plateados y adornando sus cuellos con coloridos collares de cristal,
(las más osadas se ponían colorete en los labios y en las mejillas).

Por la noche, todo comenzaba afuera de la casa, donde todas las pastorcillas
se formaban: adelante iba un ángel disfrazado con un ajuar de satén y alas de plata,
una gitana descalza con un pañuelo de seda en sus cabellos y recargada de joyas,
los tres reyes magos con sus coronas y trajes de seda, la pastorcilla más pequeña llevaba un corderito en los brazos y el chuncho saltaba haciendo sonar las chapas que llevaba en la  pierna y con un rebenque de cuero para poner orden.

Las pastorcillas comenzaban la danza visitando las casas principales del pueblo donde cada vecino abría sus puertas para recibirlas y escucharlas cantar delante del nacimiento que todos habían construido en sus respectivas salas.

Las principales familias del pueblo sacaban sus grupos pastorcillas y todas se esforzaban por ser las mejores, algunas se robaban los versos de otras, pero todas en general tenían un estilo muy propio
y unas voces muy hermosas.

Antes de medianoche en la Misa del Gallo todo el mundo estaba en la iglesia
abarrotada de familias, vecinos y los grupos de pastorcillas que cantaban por turnos.

Bombos, sonajas, trenzas, acordeón, pies descalzos, pañuelos blancos polleras, gritos, silbidos!
Qué fiesta! Y cómo resonaba todo en las paredes de la iglesia.
Las señoras del pueblo en los asientos de adelante vestidas elegantísimas, observaban y escuchaban atentas a sus grupos de pastoras, no había concurso, pero todo se comentaba y se discutía luego.

Nuestro niño feliz seguía el paso de las pastorcillas bailando y acompañando con las sonajas hechas de chapas y alambre.

Después de la misa, los grupos de pastorcillas se iban a las casas que representaban, en donde se reunían todo el mundo para la cena navideña.

La gran casa de nuestro niño estaba llena a más no poder.
En la cocina la mamá de nuestro pequeño lo dirigía todo para que nadie se quede sin comer,
las cocineras campesinas servían el chocolate, las papas sancochadas, el estofado de carne y el ají;
su papá repartían aguardiente, cerveza, coca para chacchar, y cigarrillos para los hombres. En la sala no había donde sentarse ya, el comedor estaba lleno, la cocina repleta y muchos comían afuera. Entre tantas risas y abrazos todos compartían la misma fe y alegría hacia el niñito Jesús recién nacido y se preparaban para el gran baile que duraba hasta el amanecer donde se servía como desayuno el caldo de cabeza de carnero.

Y nuestro pequeño feliz luego de bailar junto a las pastorcillas, sentado en el suelo debajo de una mesa con ellas, tomando su caliente chocolate con su inmensa porción de torta de vainilla, sus ojos brillaban felices con los reflejos de las velas, y las guirnaldas multicolores, emocionado y acongojado ante la belleza de la imagen del niño que ya había sido colocado en su pesebre...

Sus amorosa madre y hermanas y hermanos le habían dejado que baile al lado de las pastorcillas porque estaban seguros que de algún modo, su hermanito más parecía una mujercita.

II

Otra linda navidad llega nuevamente,
y nuestro chico, joven ya y huérfano,
viviendo lejos de la vida de su pueblo,
celebra la navidad sin los brillos de antaño,
bailando y cantando, pero ya no en casa.

En casa la celebra cenando y sin mucha fiesta,
y espera que todos se vayan a dormir,
no puede ir a alquilar un hotel para trasvestirse porque se haría tardísimo.

En su cuarto semi desnudo con el rostro y piernas perfectamente
depiladas y humectadas comienza su ritual:
se pone ruleros, abre un champán, se sirve una copa y pone
un disco que le llena de melancolía: "Chabuca Inédita".

Unta su guapo rostro, su cuello y su pecho con la base de maquillaje,
rubor rosa para las mejillas.

Se demora mucho delineando sus grandes y negros ojos como de gata,
usa escarcha plateada en los párpados y se difumina el contorno de ojos en negro.

Un poquito de rosa brillante para sus labios bonitos y listo!
queda conmovedoramente bella, sutilmente sensual.

Unta todo su joven y delgado cuerpo con crema de vainilla.
Para aumentar sus caderas y pompis usa panqueques de esponja,
bajo siete pares de pantys que las disimulan a la perfección, ropa interior roja, negliyé rojo...

Y se pone su vestidito de terciopelo color carmesí,
de inmenso escote en espalda hasta la cintura que él mismo se había cosido.
Y para finalizar, los falsos senos bajo el escote
sin brasiere porque el corte del vestidito se entalla perfecto.

Se suelta los ruleros, peina sus ondeados cabellos con las manos a lo Marilyn,
y se pone sus argollas de plata favoritas.

Anillos, collares y pulseras no. No le gustan.

Se mira al espejo, verifica cada detalle, retoca su maquillaje.

Uau! Travesti guapa! Qué buen gusto!
Naturalmente linda, jamás vulgar! jamás huachafa!

Guarda todo en su carterita de lana:
cigarrillos de menta, encendedor, llaves, dinero, condones,
espejito, maquillaje para retocarse, chicles de canela,
lentes negros por si se amanece,
se pone unos zapatitos rojos con una flor que se los trajeron de Nueva York
coge su preciosa estola de piel y finalmente se dispone a salir…

Antes de salir verifica que todos estén durmiendo en casa,
no hay nadie; se saca y lleva los zapatitos en la mano para no hacer ruido en las escaleras,
baja sigiloso a la puerta principal, sale y cierra la puerta principal, se pone los zapatitos y se prepara para continuar...

Pero viene un taxi y se detiene frente a la casa de donde baja su primo acompañado de enamorada.

Se pone nervioso, su primo nunca lo había visto travestido aunque ya era obvio,
pero no le preocupa, les dice fresco con su femenina voz: Hola, Hola! Feliz navidad! Chau, chau!
apresurada con abrigo y carterita en mano salta las graderías de la entrada de su casa hacia la pista
para tomar el mismo taxi y ZAZ! y se le rompe la tirita del fino zapatito.

“Ay, que pena”, dice la enamorada de su primo.

No se preocupen!
Coge su zapatito y se sube al taxi. Chau, Chau…!
Ya en el taxi, piensa y baja en la esquina, cerca de casa,
con el zapatito en mano, sabe que no puede volver a casa trasvestido para reparar el zapatito con la tirita rota, se pone a buscar en el parque y halla un pedazo de alambre con el cual logra atar talentosamente el zapatito a su piececito el cual queda seguro y perfecto.

Y por fin!,
arranca una flor amarilla del parque,
se las pone detrás de la oreja
y con el toc toc de sus zapatitos se va a bailar en nochebuena!

lunes, 11 de mayo de 2009

Malsana Noche



Noche de mierda,
nada en tus negrura
me sorprendería ya,
ni la mano de la Muerte
danzando su negro velo
sobre el afán de mi suerte.

Pesada noche trastocada
solitaria hambrienta
sin luna
calada de tormenta
me has encarcelado nuevamente
al no permitirme amado
sino vehemente solitario
entre estas dos sábanas
que de merecido amor
fueron antes
las más empapadas.

Loca larga noche:
despierto me tienes,
ahogándome en bocanadas
que perturban mis pensamientos
donde tu oscura penumbra
delinea el camino de una calle
a donde debo entregarme,
sórdido bajo la sombra,
para una aventura desprovista
de nombre rostro y palabra.

Te temo puta noche,
así me has de querer
en vela y encarcelado
treinta y seis mil segundos
sin dormir acaso alguna
hasta cuando por fin,
mi pálida faz
reciba feliz
la seductora madrugada
que se lleva sangrando por el horizonte
a tal malsana noche.

domingo, 5 de abril de 2009

Adios


Rio al pensar en el adios,

cuántas veces nos dijimos adios,

para reencontrarnos ardiendo

ni bien pronunciada la palabra.



Debo pensar,

que una eterna despedida

es necesaria

y no por falta de amor

ni ternura

ni pasión



ya que lo nuestro fue mucho más

que unos puñados de versos

cuajados de sentimientos

imposibles jamás de acabar.



El olvido debe ser dulce

el recuerdo tranquilo

la mirada dichosa

y el corazón expectante

a florecer siempre

en los brazos de otro amante.

sábado, 14 de marzo de 2009

Morenito colorao'

Para Naty,

en su cumple




Amanecí callejero

ebrio de copas aquí y allá

con unos ojos ansiosos

un cuerpo meneante

un corazón pasajero

en esta corta vida

en que cada momento

feliz y angustioso

pasó,

dejando sus respectivos trazos

en este corazón

maltrecho roto

de un pensamiento

que apenas recuerda

las noches vividas

de copas y humo

y este cuello

testigo de desconocidos labios

que dejaron sin derecho

huellas,

descubiertas

en mañanas desnudo

frente a este espejo

mentiroso necesario

de una belleza, que sublime

se desvanece

dejándome

en burla

con unas cejas negras, unos labios rosa,

y estas mis cinceladas líneas…

bellas contradictorias

sin juventud aisladas

en este valle

desperdiciado

infeliz terco

llorando en cada esquina

por un anhelo

de hace mucho tiempo descartado

de pajarillos candorosos

piel balsámica

la que recorrería

comenzando por tu cintura morena

que no será mía, no

que no merezco, no

ni lecho

ni manos

ni barba;

por infeliz

malagradecido

como si no hubiese temblado

a la vera

de otras pieles,

estremecido

ardiente tras un placer

efímero necesario

de gemidos provocadores

que los cambiaría yo

todos

sí!

por perderme esta fría madrugada

en el capricho

de mi quimera calurosa

de tu piel y mi piel

amaneciendo juntos

desde hoy para siempre

oh!

he de matar la ilusión?

para vivir acaso?

como si vivir dejando

pudiera

que al detener el vano sueño

me desprendería

del rasgueo de esta guitarra

que me acongoja

me eriza

y me lleva

otra vez a la cordialidad

de tu sonrisa

esa tarde de carnaval

que oías sonriente

la copla cantada para ti

la cual

acompañabas

con sombrero ‘e palma

serpentina colorida

aplauso acompasando

sonrisa

y cigarrillo,

morenito coloradito,

carita pintada

aquel sábado de carnaval

cuando este cholito carnavalero,

a carnavalear

te enseñó,

costeñito forastero,

feliz tú

en calurosa

tierra extraña.

jueves, 19 de febrero de 2009

jueves, 22 de enero de 2009

Oscurana



Llegó bonita la mañana,

desprendiéndose de tu cuello,

mi sueño

sin querer volver…


¿Por qué abandonarías el pensamiento,

luego de la linda tarde y del fuego de la noche?

luciendo sereno en el cálido lecho,

vagué embrujado por tu cadera,

mirando pasar por la oscurana

el reflejo de una luna en estas sábanas

y tu sonrisa, tu barba,

arrebatándome,

en la belleza,

de una efímera madrugada.

domingo, 18 de enero de 2009

Nocturno



Partiste,

dejándome con mis palabras.

Estas palabras

que desaparecieron,

aparecieron y se unieron

sólo para recordarte,

para luego olvidarlas,

y dejarlas por allí,

mal escritas testigas de mis noches…


Palabras que brotaron al pensar

en el viento que te acaricia esta noche;

aquel que no se halla en este valle

nocturno frío,

pero sólo fueron palabras…


Palabras que dije,

que escribí e imaginé

aquellas mismas que no recuerdo;

todas estas palabras que las callaste

con tu presencia arrebatándome,

apasionado tú, de mi fantasía…


No pensé ni siquiera despertar

para ver qué día era, qué hora sonaba

simplemente entraste a mi lecho

y silencioso lo silenciaste todo.


Y yo.

bueno,

tímido,

emperrado y desnudo

enlazado a ti como la cuerda

de una guitarra en la madera

fui egoísta,

como si estuviésemos aún

en aquella madrugada

que nos conocimos

que nos amamos.

Amanecimos,

nos vestimos y salimos a seguir amándonos

bajo aquella mañana

sobre otro lecho,

aquel domingo,

desnudos nuevamente

hermosos, locos, salvajes…